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En octubre, la bandera no solo flamea en los balcones: también se sirve en platos
Este clásico guayaquileño mezcla sabores, colores y orgullo popular. Un platillo que combina lo mejor de la cocina costeña y que, a la hora del almuerzo, convoca a familias y amigos.

Karla Medina

Nació de la creatividad y del amor de las poblaciones costeras por combinar sabores únicos y contundentes: guatita, arroz, encebollado, cazuela, seco de chivo, cebiche, maduro frito e incluso otros preparados son llevados a una sola fuente para convertirse en la bandera, ese platillo que resume la identidad gastronómica de la Perla del Pacífico.
El encanto de la bandera está en su simpleza: no es sofisticada, pero sí completa; no es costosa, pero vale oro en identidad. Es esa comida que uno pide en la esquina, en la hueca de siempre o en un restaurante.
“La famosa bandera no es solo un plato, es un homenaje a la gastronomía ecuatoriana y a la diversidad de sabores que identifican a los guayaquileños”, señala María Fernanda Cepeda, chef y propietaria de Casa Nanda, un espacio culinario ubicado en Urdesa (Víctor Emilio Estrada entre Higueras e Ilanes).
Agrega que en su establecimiento tiene propuestas que buscan “llevar la cocina tradicional al siguiente nivel, creando recetas que ensalzan los sabores de nuestra tierra e integran historia, cultura e identidad nacional”: en su menú destacan dos versiones irresistibles: la bandera guayaca, que combina cazuela, guatita y cebiche de camarón; y la bandera Mar y Tierra, que lleva cazuela, guatita y seco de chivo, acompañada del infaltable madurito frito.
Más allá del plato, la bandera es también una experiencia compartida. Se sirve en huecas, restaurantes populares y hasta en hogares que guardan la receta como una entrañable herencia familiar. Es la muestra perfecta de cómo los guayaquileños celebran su cultura a través del sabor: sencilla, abundante y con corazón.
Reinvención constante
Pero, como toda tradición viva, este delicioso preparado también ha evolucionado, señala el chef Paúl Ruata. Hoy en día existen banderas modernas o de autor, que reimaginan la fórmula clásica: en esta lista están la bandera de secos (de chivo, pollo y cerdo), la bandera marina (con arroz con menestra, camarones y pescado frito), e incluso versiones gourmet que incorporan patacones, huevos, menestras y salsas criollas reinventadas, apunta el cocinero de La Casa del Árbol, en Urdesa.
Un ejemplo de los tantos tipos de bandera que se pueden consumir en Guayaquil está en Secólogos, un emprendimiento fundado por Andrés Alarcón y Juan Carlos Rodríguez, en La Garzota, a la altura de la av. Manuel Jijón Terán. En este local hay diversos secos y la especialidad de la casa: la bandera, que incluye secos de cerdo, pollo y chivo, cocolón y maduro frito.

“Para nosotros es una declaración de amor a la cocina ecuatoriana. Es el abrazo entre tres recetas que han acompañado generaciones. Cuando el cliente la pide, no busca elegir, busca revivir lo que lo hace sentir en casa”, afirman los propietarios.
En Guayaquil, cada cucharada de bandera ondea como un símbolo de orgullo. No se come con prisa, se disfruta con historia. Cada ingrediente juega un papel, pero juntos forman esa armonía que recuerda a una ciudad diversa, alegre y abundante.

Karla Medina
Comunicadora social con 14 años de experiencia en medios, dedicada a contar historias sobre arte, cultura y buena gastronomía. Amante de la repostería y la creatividad, busca mostrar las voces y rincones que enriquecen la vida.