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Champús, bebida ancestral andina que resalta en fiestas como la Diablada de Píllaro
La historia dice que esta bebida la tomaba Rumiñahui al recorrer el Reino de Quito cuando las postas llevaban las noticias en el periodo incaico. Reconfortante y refrescante, está presente en las celebraciones indígenas al inicio del año.
Alexandra Zurita
Más allá de lo festivo, hay actos que permiten sumergirse en las tradiciones y la cultura indígena. Una de esas costumbres es preparar y tomar una bebida ancestral llamada champús.
Aquella bebida, que resalta en celebraciones como las andinas, tuvo también su espacio en Píllaro –en la provincia de Tungurahua–, en la famosa Diablada, que se realiza todos los años, del 1 al 6 de enero, en esta localidad del centro de la Sierra de Ecuador.
El champús tiene sus raíces en las culturas indígenas precolombinas y es popular en el suroccidente de Colombia, en Ecuador y en Perú, con ingredientes comunes –maíz, panela, frutas locales y especias–, pero con variaciones según el lugar.
En Ecuador se hace con harina de maíz, panela y hojas verdes de limón, y aunque se asocia con la Diablada, también se consume en otras fiestas religiosas como el Corpus Christi, el Inti Raymi y en el Día de los Difuntos en noviembre. Debido a que para la tradición indígena es la colada favorita de los muertos, se toma fría en funerales acompañada con pan hecho en casa.
Píllaro no es la única ciudad en la que el champús tiene un lugar especial, pues en Ambato, Riobamba, Guaranda y otras localidades de la Sierra también se consume. Incluso, en Esmeraldas hay una versión de esta bebida. En Píllaro se vende no solo durante las fiestas, sino también en las ferias de los domingos y jueves, especialmente en el mercado de San Luis.
Según la región en que se prepare y la tradición de cada familia, el champús puede tener variedad de ingredientes. Entre las frutas están el babaco, la manzana, la frutilla, la naranja, la piña. Entre las hierbas y especias están la canela, ishpingo, clavo de olor, hojas de naranja agria, hojas de cedrón, hojas de naranjilla. En algunas preparaciones se usa maíz y en otras, mote. Para endulzar siempre se emplea panela y la cocción se hace en ollas de barro y en hornos de leña.
El origen del término
La palabra champús, con s al final, genera curiosidad y confusión con el producto para lavar el pelo. La denominación tendría varios orígenes, la principal es una tesis indigenista que dice que el término viene del quechua chhapuy, que significa “mezclar harina con agua”.
Otra versión dice que viene de la raíz española chapuz, relacionada con chapuza, es decir, algo mal hecho o mezcla de muchas cosas. Y otra indica que podría derivar del vocablo quechua champa, que unido a “chapuz” se convirtió en “champúz” hasta el término que usamos hoy.
La famosa fiesta pillareña
La Diablada es una celebración popular del cantón tungurahuense, es una fiesta de inocentes, de disfrazados o de los diablos, en la que los personajes principales son los danzantes vestidos de diablos. De acuerdo a las tradiciones orales transmitidas de generación en generación, los indígenas se disfrazaban de diablos para rechazar las tradiciones cristianas de los colonizadores y sus maltratos de todo tipo.
Hasta antes del fin del siglo pasado, la fiesta era realizada con los aportes económicos voluntarios de los danzantes; a partir de 1990, el municipio destinó un fondo institucional y reguló la celebración en cuanto a recorridos, horarios y uso de suelos. Finalmente, gracias a la mayor proyección y difusión de la fiesta, la Diablada fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador en el año 2009.
Dice la tradición indígena que el ancestral champús solo puede ser preparado por personas puras de alma, ya que de lo contrario la bebida se torna verdosa o para nada comestible. El champús no es simplemente una bebida, es un testamento de la rica herencia cultural del país. Es un símbolo de conexión entre el pasado y el presente, entre las tradiciones ancestrales y la vitalidad de la celebración. (I)
Alexandra Zurita
Periodista con más de 20 años de experiencia, 10 de ellos en contenidos gastronómicos. Sin recetas secretas frente al teclado, escribir nunca supo tan bien como ahora.