Platos Ecuatorianos
Colada morada: la ancestral bebida que es tendencia en el siglo XXI
Nada más tradicional en Ecuador que la milenaria bebida hecha con harina morada y mortiño que invade las mesas durante el feriado de “los difuntos”, pero que también copa las redes sociales con fotos, videos, reels y hashtags.
Alexandra Zurita
De acuerdo con la web del Ministerio de Turismo de Ecuador, no hay mucha información sobre el origen de la famosa colada morada, pero algunos datos del antropólogo Segundo Moreno revelan que antes de que llegaran los españoles a nuestras tierras “los indígenas andinos preparaban una bebida ritual que tenía como ingredientes principales el maíz negro molido y la sangre de llama”, que era ofrecida a las divinidades en época de lluvia.
En el mismo espacio, el gastrónomo Santiago Pazos señala que recién a inicios del siglo XX se relacionó la colada morada “con la festividad religiosa del Día de los Muertos, traída por los católicos españoles en tiempos de la Colonia”.
La colada morada, tal como la conocemos, es una preparación hecha con alrededor de 25 ingredientes, que incluyen harina morada, especias secas y frutas, y que se toma por el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), acompañada con las famosas guaguas de pan, unos panes con forma de muñecos sin brazos y decorados coloridamente.
Aunque tradicionalmente la colada morada ha sido una bebida casera para compartir en familia y con amigos, su popularidad la ha convertido en un producto importante de restaurantes, panaderías, cafeterías y otros negocios que la ofrecen durante octubre y noviembre y la publicitan a través de redes sociales.
Basta mirar el hashtag #coladamorada en Instagram para descubrir casi 50.000 publicaciones sobre ella, sin contar con otras etiquetas como #coladamoradayguagua, #coladamoradaquito, #coladamoradaguayaquil, #coladamoradatime, #coladamoradalover y otras relacionadas con establecimientos que la comercializan.
Alrededor del año 1767, en Quito, se ubica una preparación realizada con maíz negro por el jesuita Mario Cicala: la mazamorra morada, una palabra que se usaba para describir alimentos de consistencia semilíquida y que es la antesala de lo que tomamos hoy.
Una historia de miles de años
Grupos indígenas precolombinos, hace más de cinco mil años, preparaban algo parecido a la colada de hoy. Lo hacían con maíz negro molido, sangre de llama, mora y naranjilla.
Era una bebida con una gran carga espiritual dentro de su cosmovisión andina y que relacionaban con la cosecha y la siembra como un equivalente de la vida y la muerte, por lo que la presentaban como ofrenda a los muertos que habían emprendido su viaje a la eternidad.
Esta preparación formaba parte de la ceremonia inca aya marca quilla, que significa “mes de cargar a los muertos”, algo que se fusionó bastante bien con la tradición católica de la fecha de los fieles difuntos introducida mucho tiempo después.
Se sabe que la preparación original era parte de un ritual en el que participaban varias personas que se encargaban de fermentar la harina en recipientes de barro por tres o cuatro días y luego cocinaban en leña con los demás ingredientes.
Tras la colonización y con el paso del tiempo se incorporaron mortiño, piña, frutilla, babaco, guayaba, hierbaluisa, cedrón, canela, clavo de olor, ishpingo, pimienta dulce, panela, sangorache, entre otros productos, que pueden variar según la receta de cada familia o el lugar de procedencia.
Todos estos ingredientes le dan la consistencia, color, sabor y aroma característicos de esta bebida tradicional, fruto del mestizaje y símbolo de la identidad nacional, ya que no solo habla de historia, sino también de costumbres, cultura y espiritualidad.
El término colada, que en España hace referencia a cernir la ropa mojada para que se escurra, se adaptó a la bebida por el proceso de fermentación de varios días en que se cernía el maíz negro varias veces antes de cocinarse.
Alexandra Zurita
Periodista con más de 20 años de experiencia, 10 de ellos en contenidos gastronómicos. Sin recetas secretas frente al teclado, escribir nunca supo tan bien como ahora.